Los Argumentos de la Evolución en los Libros de Texto: Analogía y Homología

Dr. Raúl Esperante

Uno de los aspectos más interesantes de la vida es la diversidad de formas, colores, tamaños, especializaciones y destrezas.

Hay seres vivos capaces de correr, saltar, volar o vivir permanentemente dentro del agua.

Otros viven bajo tierra y nunca salen a la superficie. Estos organismos presentan órganos y miembros que tienen funciones específicas y en muchos casos versátiles.

También llama la atención la similitud de algunos seres vivos en cuanto a la morfología de algunos de sus órganos, bien por el diseño o por su funcionamiento o uso.

Las extremidades de los mamíferos presentan gran similitud entre ellas, aunque desarrollan funciones diferentes según el grupo.

¿Cómo se pueden explicar las semejanzas en las morfologías de los organismos?

 

¿Qué se entiende por homología y analogía?

En primer lugar, hemos de definir lo que los científicos conocen como semejanza. Por un lado, está la semejanza estructural o anatómica que presentan grupos diferentes de organismos. El ejemplo más conocido es de los huesos de las extremidades anteriores de los vertebrados, que presentan un húmero, un cúbito y un radio, así como un número variado de carpos y falanges (Fig. 1). Esta estructura forma un ala capaz de volar en la mayoría de las aves, un ala no voladora en los pingüinos y otras aves, una pierna en los reptiles, tortugas, y la mayoría de los mamíferos, un brazo nadador en las nutrias y otros mamíferos acuáticos, y un brazo extensor y con gran variedad de funciones en el ser humano. Esta similitud de estructura que, sin embargo, presenta diversidad de funciones, se llama homología, y los órganos se consideran homólogos. Los seres vivos tienen también órganos de estructura muy diferente que, sin embargo, desempeñan la misma función. Es el caso de las alas de los insectos y las alas de las aves, dos estructuras que desarrollan la misma labor (volar) pero que no tienen parecido anatómicamente. Son órganos análogos (ver Fig. 2).

Figura 1. Según la teoría evolucionista, las extremidades de los tetrápodos son homólogas, porque aunque llevan a cabo funciones diferentes, tienen una estructura similar. Ello se debe a un origen común en un antepasado que presentaba una extremidad ancestral de la cual derivaron todas estas variedades. Sin embargo, la homología también se puede interpretar como el resultado de un diseñador inteligente, que utilizó un mismo patrón arquitectónico para producir múltiples formas y funciones.

Las falacias inherentes

 Los libros de texto dicen que los órganos análogos evolucionaron independientemente unos de otros y que convergieron en sus funciones. Son adaptaciones independientes a las condiciones externas. Sin embargo, la probabilidad de que tales estructuras complejas evolucionaran al azar por las mutaciones graduales es extremadamente baja. La sugerencia de que esto ocurrió más de una vez reduce incluso la probabilidad de que ocurriera una de las veces.

Uno de los argumentos favoritos de los evolucionistas es la homología –la similitud de ciertas estructuras en grupos diferentes de organismos. Como ejemplo, en los libros de texto se indica a los huesos de las extremidades anteriores de los vertebrados. El razonamiento que se hace de esta evidencia es sutil y se puede formular de esta manera:

si los organismos X e Y tienen un antecesor común, entonces tendrán estructuras homólogas. X e Y tienen estructuras homólogas, por tanto, X e Y tienen un antecesor común.

El primer error de este razonamiento es que es una falacia, consistente en un razonamiento circular: primero se parte de la presuposición de la evolución y de que los organismos todos tienen un antecesor común. Una vez se encuentran organismos que muestran órganos parecidos en la estructura, pero con funciones diferentes (homólogos), se interpretan a la luz de la evolución, sin proporcionar evidencia independiente de que ésta originó los órganos homólogos. O, dicho de otra manera, primero se define la homología como procedente de un antepasado común, y entonces se utiliza como prueba de un antepasado común. La descendencia común es tanto la definición como la explicación de la homología. La presuposición de un antepasado común demuestra por qué hay homología, la cual demuestra que hubo un antepasado común. Este es un punto importante que los educadores deberían tener en cuenta cuando enseñan estas ideas en sus clases.

Darwinismo y homología

Darwin consideró la homología como una evidencia importante para la evolución. En su libro El Origen de las Especies, Darwin interpretó la homología como el resultado de la descendencia con pequeñas modificaciones. La idea era tan importante para su teoría que sus seguidores redefinieron la homología para referirse a las características heredadas de un antepasado común.2 El neodarwinismo, que surgió a mediados del siglo XX adaptando las ideas darwinistas a los nuevos descubrimientos en genética, presupone la evolución como un hecho. Para los neodarwinistas, la homología es la consecuencia de la evolución, atribuyendo los órganos homólogos a los genes heredados de un antepasado común. Según esto, las semejanzas de rasgos entre especies revelan parentesco evolutivo, y las diferencias indican ausencia de parentesco.

Esto parece lógico en algunos sentidos e incluso aparentemente intuitivo, porque es lo que observamos en las poblaciones humanas: los seres parecidos comparten antepasados comunes. Sin embargo, en la semejanza de rasgos de una generación a otra no hay aumento de información. Pero en el caso de la homología, el argumento evolutivo implica un incremento de información con en cada generación.

Esto no parece ser el caso real: las diferencias de función entre órganos homólogos no son debidas al incremento de información, sino a la manifestación de diferentes genes o la modificación expresiva de genes ya existentes.

Figura 2. Este diagrama ilustra la homología y la analogía. Las alas de los murciélagos, pterosaurios y aves tienen estructura similar; son órganos homólogos. En contraste, las alas de los insectos se parecen al resto de los seres voladores en la función que realizan, pero su organización anatomical no tiene nada que ver; son órganos análogos.

Semejanzas y diferencias conflictivas

Como se ha indicado arriba, la teoría de la evolución sostiene que las semejanzas son debidas a un parentesco evolutivo, mientras que las diferencias indican ausencia de relación. Este principio debería ser aplicado de manera consistente y no simplemente ignorado cuando hay pruebas conflictivas con él. Veamos algunos ejemplos.

Las siguientes estructuras son muy similares a las correspondientes en los humanos: el ojo del pulpo, el corazón del cerdo, el músculo pronador cuadrado de la salamandra japonesa. ¿Indican estas homologías un parentesco evolutivo? Obviamente no, y los evolucionistas las ignoran porque no encajan en su teoría. La concentración de glóbulos rojos en la sangre del hombre es más parecida a la de las ranas, peces y aves (ninguno de ellos relacionado con el hombre), que a la de las ovejas (las cuales son mamíferos como el hombre). Si la homología sugiriera parentesco evolutivo, deberíamos estar más en el clan familiar de las aves y ranas que de las ovejas. Como éstas, hay muchas más diferencias en los organismos que presentan estructuras homólogas, pero los evolucionistas las ignoran.

Otro aspecto que los científicos evolucionistas suelen ignorar es que las estructuras homólogas pueden tener orígenes embriológicos completamente diferentes. Este aspecto fue resaltado por Sir Gavin de Beer, presidente de la Linnean Society y el British Museum of Natural History. En su libro Homology, An Unsolved Problem (1971), de Beer indica que algunas estructuras obviamente homólogas, como el canal alimentario en todos los vertebrados, pueden formarse a partir de zonas muy diferentes en los embriones (ver Fig. 2). La conclusión a la que llega es que la correspondencia entre las estructuras homólogas no puede ser debida a la semejanza en la posición de las células o partes del huevo a partir de las cuales estas estructuras se desarrollan. Entonces, la consecuencia es que no hay realmente una relación evolutiva que los conecte con un antecesor común.

Homología y desarrollo

Según el neodarwinismo, las estructuras homólogas son controladas por genes idénticos, por lo tanto, indicando un antepasado común. Sin embargo, los caracteres controlados por genes idénticos no son necesariamente homólogos. Las estructuras homólogas no son necesariamente controladas por genes idénticos. Los biólogos han sabido por muchos años que las características homólogas no necesariamente proceden de genes similares, de rutas similares de desarrollo, o del mismo origen embrionario. En realidad, los órganos homólogos en organismos relacionados deben surgir por procesos de desarrollo similares sin que necesariamente tengan un origen evolutivo común.

En la argumentación evolucionista hay un problema aún más serio que subyace en el modelo del antepasado común. Puesto que la evolución es la variación en los genes, la cual cambia las estructuras que controla, ¿cómo pueden esas estructuras permanecer virtualmente sin cambiar durante millones de años, pero los genes que los controlan acaban cambiando completamente? Los científicos materialistas no saben responder a esta pregunta.

Homología y diseño

¿Existe otra manera de interpretar la homología o parecido estructural de los órganos sin recurrir a la descendencia con modificación a partir de un antepasado común? Muchos científicos afirman que la presencia de estructuras similares se puede explicar como resultado de de un diseñador común: el diseñador utilizó ciertos modelos o patrones numerosas veces mientras creaba ciertos organismos.

En cualquier caso, no se puede probar o negar ni la evolución ni la creación basándonos solo en la evidencia de los órganos homólogos y análogos. Ω

Bibliografía

1 J. Wells, Icons of evolution: science or myth? Why much of what we teach about evolution is wrong(Washington DC.: Regnery Publishing, Inc., 2000), 338 p.